Línea del tiempo comunicacional - zona del recuerdo
María Paz
Mollica
Santiago
Castellano – comisión 5
Anotar 10
momentos o situaciones vinculadas con la escritura propia, la
lectura propia y su relación con medios de comunicación (buscar momentos en
donde haya algún tipo de descubrimiento o asombro). Desarrollar (por lo menos
15 líneas) 5 de las mismas.
Primera
escritura
Individual
1. Año 2013: Recuero tener siete años, la única radio que
conocía era la “Disney” y siempre le pedía a mi papá que ponga la “94.3” cuando
emprendíamos algún viaje en auto.
2.
Año
2015: Recuerdo ver por la televisión de mi abuela “Los Simpsons”, era uno de
los programas que pasaban cuando no tenías cable y mis padres no me dejaban
verlo en casa, pero mi abuela sí.
3.
Año
2016: Recuerdo intentar leer dos libros que me habían regalado por mi
cumpleaños: “El misterio del mayordomo” de Norma Huidobro y “Mujercitas” de
Louisa May Alcott. Intenté, pero ninguno me gustó lo suficiente para terminar
la lectura.
4.
Año
2017: Recuerdo que “Fútbol para todos” es privatizado y ya no podía ver los
partidos de River en la televisión.
5.
Año
2023, mes de junio: Recuerdo que comienza
a interesarme la locución y averiguo un instituto donde estudiar.
6.
Año
2023, mes de julio: Recuerdo que alguien siembra en mí el deseo de ser la voz
del Estadio Monumental de River Plate.
7.
Año
2023, mes de agosto: Recuerdo
leer por primer vez dos libros completos y me gustan.
8.
Año
2024: Recuerdo leer
“Cometierra” de Dolores Reyes.
9.
Año
2025, mes de enero: Recuerdo comenzar
a escribir un diario personal.
10. Año 2025, mes de febrero: Recuerdo atesorar la revista “Tuco”, editadas por la
madre de una amiga.
Año 2023, mes de junio: Recuerdo
que comienza a interesarme la locución y averiguo un instituto donde estudiar.
Empezó a interesarme la radio, poder comunicar con un micrófono y hablar
desde el conocimiento. En esa misma búsqueda también surgieron ideas como la de
estudiar doblaje o producción audiovisual. Me interesaba (y sigue interesando)
cómo proyectar la voz, la respiración y la postura. Intenté adentrarme en la
búsqueda de institutos, alguna universidad y conocí “Eter”. Me llamó mucho la
atención la cantidad de carreras y formación que ofrecía. Terminé por
descartarla ya que era privada y sentí que iba a ser un aprendizaje “acotado”,
tal vez era mejor optar por una carrera universitaria, realizando un estudio
mucho más amplio. Ahí decidí que lo mejor era estudiar Comunicación Social en
una universidad pública como lo es la UBA.
Año 2023, mes de agosto: Recuerdo
leer por primer vez dos libros completos y me gustan.
Era mi último año de colegio y tenía muy buena relación con los profesores,
uno de ellos había sido mi tutor de literatura el año anterior. Recuerdo que él
fue quien nos presentó cuentos, textos de Cortázar por primera vez. Hizo que 30
alumnos de cuarto año de secundaria lean, presten atención y les guste
Cortázar. Lo cruzaba seguido en los pasillos dado que mi colegio era muy
pequeño. En uno de esos cruces me comentó que tenía un libro para prestarme,
que creía que me iba a gustar. A los pocos días me dio “Las cosas que perdimos
en el fuego” de Mariana Enríquez. No tenía idea de qué trataba, pero me llamó
la atención que sea de cuentos. Lo leí, me encantó. A los pocos días se lo
devolví y le agradecí enormemente por presentarme ese lado de la literatura. Yo
creía que no me gustaba leer o que nunca me encontraría con un género que me
guste, y no era así. A los pocos días volví a cruzarlo y me prestó “Los
peligros de fumar en la cama”, advirtiéndome que era tal vez más oscuro, bizarro.
No hubo caso, también me encantó. Llegué a la conclusión de que me gustaba el
género del terror, me gustaba leer cuentos y más aún, me gustaba Mariana
Enríquez, principalmente, porque es una escritora argentina.
Año 2024: Recuero leer
“Cometierra” de Dolores Reyes.
Este hecho es bastante reciente, recuerdo ir a la casa de mi hermana mayor
y tener un fanatismo inexplicable por revisar su biblioteca, me encantaba (y
encanta). Le pregunto por cada libro, cada título, autor y cómo llego a cada
novela, a cada cuento. En eso me topé con “Cometierra” de Dolores Reyes. Sin
anticipar nada, mi hermana me recomendó leerlo, y así lo hice. Recuerdo que al
principio no entendía mucho de qué iba, pero no quería dejar de leerlo. La
trama de la historia me atrapó y si bien leía “lento”, leía. Fue mi primera
novela. Cuando lo terminé estaba un poco en shock porque quería seguir con la
historia, los personajes, el lugar, todo. Para mi suerte la autora escribió
otro libro sobre uno de los personajes: “Miseria”, que aún me queda por leer y
lo ansío muchísimo.
Año 2025, mes de enero:
Recuerdo comenzar a escribir un diario personal.
Creo que tardé demasiado en comenzar a escribir mi diario, siempre me
sobraron razones. Tengo una amiga que escribe hace varios años y siempre cuenta
cómo para ella, es un acto gigante de amor propio, de expresión y de
liberación. Siempre lo admiré de lejos, nunca tomé el hábito. Hasta enero de
este año. Me propuse comenzar a escribir, tomar ese hábito porque venía en un
bloqueo, ¿a qué comunicador no le gusta escribir? Nunca me obligué a hacerlo,
cuando vuelvo tarde del trabajo o cansada de la facultad, si no tengo ganas, no
lo hago. Mas allá de que sé que siempre es para mejor. Por otro lado, siempre
que escribo siento la necesidad de hacerlo para que haya una evidencia, una
muestra de mis sentimientos mas allá del paso del tiempo. Tengo muy mala
memoria y es doloroso no recordar eventos de mi infancia, no quería que suceda
con mi adolescencia. Por eso hoy en día intento escribir todos los días. Sobre
todo, cuando pasa algo digno de ser contado, cuando estoy con amigos y la paso
bien, también cuando no estoy muy bien. Porque quiero poder leer estas páginas
meses o años mas adelante, quiero saber cómo me sentía y siento. En especial
porque sé que probablemente lo olvide.
Año 2025, mes de febrero:
Recuerdo atesorar la revista “Tuco”, editada por la madre de una amiga.
Era el mes de febrero de este mismo año y estaba con amigas de esta misma
facultad merendando. La dueña de la casa comenzó a mostrarnos unas ediciones de
una revista gastronómica y de rock que había editado su madre. Siempre tuve un
fanatismo por su mamá, quien era licenciada en Comunicación y amante de la
música argentina. En esa revista llamada “Tuco” había guías gastronómicas en la
Ciudad de Buenos Aires y entrevistas a artistas de rock, locutores y
periodistas de radios como la “Rock & Pop”.
Si bien era un trabajo precioso el que hizo, que me generaba mucho fanatismo y
ambición de algún día hacer algo así, me generó cierta tristeza saber que hoy
en día ya no se hacen (porque no se venden) revistas físicas, que sean
ofrecidas en un puesto de diario, por ejemplo. El hecho de que todo sea digital
supo ponerme en un estado penoso, pero a su vez me propuse aprovechar esas
ediciones que tenía en mi mano y “sacarles todo el jugo”.
Comentarios
Publicar un comentario